miércoles, 20 de julio de 2016

La desintegración territorial de Reino Unido


Carteles que exhortan a votar tanto para permanecer como para salir de la UE, son fotografiados en un edificio en Pimlico, Londres, sólo dos días antes de la votación del Reino Unido sobre su continuidad en la Unión Europea. (Foto de Philip Stevens / CC BY)

Los resultados del referéndum del Brexit están demostrando ser tanto una amenaza para la unidad del Reino Unido, como lo es para la unidad de la Unión Europea. Para Escocia e Irlanda del Norte, —dos países del Reino Unido donde la mayoría de los votantes optó por permanecer en la Unión Europea—, la decisión de abandonar el bloque continental es especialmente preocupante. El referéndum sobre la independencia de Escocia de 2014 y las encuestas de opinión más recientes en Irlanda del Norte resaltan su dilema: Los votantes de cada lugar quieren permanecer tanto en el Reino Unido como en la Unión Europea. Esta contradicción dará forma a las negociaciones de Londres con la Unión Europea sobre el futuro de su relación.

Durante las últimas dos décadas, las negociaciones políticas (en particular, el Acuerdo de Viernes Santo de 1998) han reducido significativamente la tensión entre Irlanda del Norte y el Gobierno de Londres. El proceso de paz también abrió la frontera entre las dos Irlandas  —que estaba fuertemente militarizada durante el Conflicto de Irlanda del Norte— dando a la gente en ambos lados cierto sentido de unidad. Hoy en día, miles de personas cruzan la frontera todos los días para ir a trabajar, hacer recados o tomarse unas vacaciones. Pero ahora, la votación del Brexit ha puesto el futuro de la isla en cuestión.

Los políticos en la República de Irlanda están observando de cerca la situación en Irlanda del Norte y discuten una posible reunificación. El primer ministro irlandés, Enda Kenny, dijo el lunes que si el pueblo de Irlanda del Norte quieren abandonar el Reino Unido, debe ser capaz de decidir por voto unirse a la República de Irlanda en su lugar. El día antes de esta declaración, el líder del principal partido de la oposición del país hizo unas declaraciones similares. Dependiendo de los términos de la nueva relación del Reino Unido con la Unión Europea, la República de Irlanda podría terminar al borde de ser un estado no miembro de la UE, donde la libre circulación de bienes, servicios y gente ya no se aplica. En ese caso, sería necesario restablecer el control de las fronteras entre las dos Irlandas, una perspectiva que podría aumentar el apoyo popular en Irlanda del Norte para la reunificación.

Hasta ahora, la mayoría de la gente en Irlanda del Norte quiere permanecer en el Reino Unido. Las encuestas de opinión realizadas antes del referéndum del Brexit mostraron que los votantes de Irlanda del Norte preferirían recibir una mayor autonomía de Londres que unirse con la República de Irlanda. Pero eso podría cambiar. Aunque la religión y la identidad nacional juegan un papel importante en esta posición, el bienestar económico es también una preocupación constante. Cuanto más sufra la economía británica a causa del Brexit, es más probable que el pueblo exija un referéndum de reunificación. De los estados del Reino Unido, Irlanda del Norte es el más dependiente del apoyo de la UE, incluyendo las subvenciones agrícolas y la ayuda al desarrollo de la infraestructura. Por otra parte, las empresas que operan actualmente en Irlanda del Norte podrían decidir trasladarse a la República de Irlanda para seguir ejerciendo su actividad con la Unión Europea. Así que, aunque el primer ministro de Irlanda del Norte rechazó la propuesta de Kenny de tener un debate transfronterizo sobre el impacto del Brexit, la economía débil, el aumento del desempleo o la caída de los subsidios podrían revivir la campaña de reunificación.

Escocia, donde el 65 por ciento del electorado votó a favor de permanecer en la Unión Europea, se enfrenta a un dilema similar. Después de la votación del Brexit, el gobierno escocés dijo que trataría de preservar el acceso del país al continente y planteó la posibilidad de un segundo referéndum sobre la independencia del Reino Unido. En 2014, el 55 por ciento de los votantes escoceses habían optado por permanecer en el Reino Unido, pero dejar la Unión Europea podría cambiar las opiniones de los votantes. El gobierno británico es consciente de los riesgos. Poco después de su nombramiento en el cargo, la primera ministra, Theresa May, visitó Escocia para reunirse con el primer ministro, y ella sugirió que la necesidad de encontrar un terreno común con Escocia era una razón más que suficiente para posponer las negociaciones formales con Bruselas.

Por supuesto, no es insólito que sólo una parte de un país de la UE quiera salir del bloque. En la década de 1980, Groenlandia, que es parte de Dinamarca, dejó la Comunidad Europea a raíz de un referéndum, mientras que Dinamarca conservó su membresía. Pero Groenlandia es una isla en sí misma, lo que hizo que la separación fuera relativamente fácil. (Del mismo modo que la Isla de Man y las Islas del Canal del Reino Unido no son parte de la Unión Europea.) Sin embargo, Escocia comparte la misma isla con Inglaterra y Gales, y no tienen controles fronterizos entre ellos. Por mucho que el cambio de Irlanda del Norte con su membresía en la UE afectara a sus fronteras abiertas con la República de Irlanda, el acceso continuo de Escocia a bienes, servicios y trabajadores de la UE, requeriría alguna forma de control fronterizo con Inglaterra y Gales. Sería difícil para Escocia retener la adhesión a la UE sin tener que abandonar el Reino Unido.

Por ahora, el gobierno escocés se abstendrá de adoptar medidas drásticas o unilaterales. En cambio, es probable que Escocia espere a ver en que queda el acuerdo final entre el Reino Unido y la Unión Europea antes de hacer cualquier movimiento significativo, mientras usa la amenaza de un nuevo referéndum sobre la independencia para influir en las negociaciones. Dado que un acuerdo de salida final no estará listo por lo menos hasta dentro de dos años y medio, la amenaza de la independencia de Escocia  —aunque no menos real—  no es inmediata.

Mientras tanto, el Reino Unido tendrá que decidir qué tipo de relación quiere tener con Europa. Podría optar por emular a Noruega, cuya membresía en el Espacio Económico Europeo le da acceso a la mayoría de las estructuras de la UE a pesar del hecho de que no se encuentra en el bloque continental. Debido a que Noruega participa en el mercado común y no tiene controles en las fronteras con sus vecinos miembros de la UE (Suecia y Finlandia), seguir su ejemplo podría aliviar las preocupaciones de la migración y el comercio en Irlanda del Norte y Escocia.

Pero ello también significaría aceptar trabajadores de la UE, lo que podría irritar a los votantes británicos que vieron el Brexit como una oportunidad de reducir la inmigración al Reino Unido. Durante la campaña del referéndum, los que apoyaban la"salida" descartaron la posibilidad de llevar a cabo un acuerdo de asociación al estilo de Noruega por esa misma razón. May llegó a decir que el fin de la libre circulación de los trabajadores europeos era más importante que preservar el acceso del Reino Unido al mercado interior de la UE. A pesar de ello, Irlanda del Norte y Escocia presionarán a Londres para llegar a un acuerdo con la Unión Europea que sea tan similar a la situación previa al Brexit como sea posible. Y así como el Reino Unido negocia su salida de la Unión Europea, la amenaza de la desintegración territorial será otro problema que Londres debe cargar a la espalda.





M.A.S.H.A

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